Sólo permanece viejo lo que se mira con ojos de ayer.

jueves, 22 de diciembre de 2011

19, 20 y contando

A 10 años, las huellas del horror permanecen, no se pueden quitar del imaginario social. Es que están encarnadas, como quien dice formando parte de uno mismo. Y eso es lo importante, haber aprendido a convivir con las marcas de la angustia sobre los cueros, porque inevitablemente forman parte de uno. Esas marcas pueden ser rojas de sangre viva, como pasó en la Plaza o en la Estación, o blancas TU PIEL, como las que me visten. En ambos casos se llevan para siempre, a donde sea que vaya uno. Un hermoso traje llevo de manchas blancas. Como el diseño salpicado de un dálmata, o de un simple helado de crema americana, pero en sentido contrario. Un hermoso traje llevan los de la Plaza y la Estación. El traje de mártires del pueblo, de uno que explotó hace 10 años y que, dormido hoy, va a volver mientras estemos pestaneando... en ambos casos las marcas se llevan para siempre, en ambos, también, pasaron 10 años, y en ambos nos permitieron crecer. Y, tanto uno como el otro, son historias a continuar.

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